En estos días uno se encuentra
con una persona expatriada o inmigrante y la pregunta obligatoria es: ¿Te quedás
para las fiestas? Entonces me pregunto; ¿Por qué será que aún teniendo a
nuestros esposos y esposas, hijos y amigos queridos, sentimos esa necesidad de
chocar copas con nuestra familia y amigos de toda la vida?
Siempre me costó mucho estar
lejos en esta época del año y en más de una occasión me fui a dormir antes de
la medianoche para no sentir esa sensación de orfandad que me invade al pensar
cuanto extraño a mi familia.
En Argentina, el país donde yo me crié, la llegada de la
temporada de fiestas tiene un paisaje y una connotación distinta al país donde hoy estoy viviendo. Cuando era chica, la
llegada de las fiestas iba de la mano del fin del año escolar, el inicio del
verano y la llegada de las vacaciones. Caras bronceadas, cuerpos ligeros de
ropa y sonrisas radiantes aparecen en fotos de fines de año familiares. Días
largos y soleados acompañan y saborean el humor de la época festiva. Todos a la
espera de la época de renovación. Un borrón y cuenta nueva, un balance, cierre
de año y un nuevo comienzo.
A mi hoy las fiestas me implican
frío, días cortos y oscuros. En las fotos hay nieve, camperas, guantes, gorros,
bufandas y caras nuevas. En la radio ya no escucho la canción del verano, sino
los villancicos navideños. Las calles se visten de gala en colores verde, rojo
y dorado seduciendo a la gente a salir a pasear, y las noches más largas se
iluminan con las espléndidas decoraciones de las casas. A pesar de que me quejo
del frio, no puedo negar que todo tiene su encanto, entonces hago el esfuerzo y
salgo. Recorro las calles, me paro a admirar vidrieras, aprovecho promociones y
compro, llevo a mis chicos a ver los increibles shows navideños que la ciudad
de Nueva York ofrece y disfruto.
No es época de renovación porque
el año escolar está a medio camino, pero la gente si hace balances de año y se
hacen promesas de resolución para el año entrante. Yo también me sumo a esta
costumbre. Pero aún así no logro sentirme cómoda. Sigo sintiendo como el primer
día, como si actuase de extra en alguna película extranjera.
Ya no están mis abuelos
sentados en la punta de la mesa, ni mis primos gritando y jugando conmigo, ni
mis tíos charlando por ahí. Ya no tengo ese abrazo protector de mis padres, ni los
buenos deseos de mi hermana.
Hoy choco copas junto a las
personas que más quiero en este mundo, mi marido y mis dos hijos, mi familia. A
quienes están en Argentina los saludos por teléfono o por skype. Sonrio, brindo
y mando deseos de buen año.
Soy feliz donde hoy elijo
vivir, pero no puedo negar que sigo extrañando mis afectos.
¿Será que siempre voy a añorar
mis fiestas rodeada del calor de mi familia? ¿Lograré algún día celebrar sintiéndome
protagonista del festejo? Hoy no tengo respuesta. Me imagino que es un
sentimiento compartido por varios inmigrantes.
A todos aquellos que sientan
un poco de nostalgia, sepan que no están solos. Me imagino que con el tiempo
nos acostumbraremos y lograremos festejar como si estuviesemos en casa.
Felices Fiestas para todos y
un muy Feliz Año.
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High Holidays Far From Home
The
most common question these days when you run into another immigrant or an expatriate
is: Are you staying for the Holidays? Then, I wonder why, if we have our
husbands/wives, children and friends, we still have the need to toast with our extended
family and beloved friends.
Being
far from my family during this time of the year was always difficult for me,
and more than once I was in bed before midnight to avoid having to face that
orphan feeling that wraps me when I think how much I miss my extended family.
In
Argentina, the country where I was raised, the Holiday season has a complete
different scenery and connotation than the country where I am now living. When
I was a child, Christmas and New Year’s Eve came with the end of the school
year, the beginning of the summer, and vacation time. Tanned faces, bodies dressed
in light clothes, and joyful smiles appear in pictures of those holiday family parties.
Longer and brighter days also contribute to spice up the happiness that you
feel around this time of the year. Everybody is looking for a renovation. What
happened in the prior twelve months is in the past, and everything starts all
over again.
Today,
the Holidays have a different meaning for me. Days are shorter, colder, and
darker around this season. In the new pictures I see snow, gloves, scarves,
hats, and new faces. I turned on the radio, and I don’t listen to the hit of
the summer, instead the Christmas carols join me everywhere. Streets are
dressed in gala shining festoons in green, red and gold, inviting people to go
out for a walk. Longer nights are enlightened by the dazzling decorations of
the houses. Even though I complain about the cold weather, I can’t deny
everything looks magical and beautiful; that’s why I make the effort to go out.
I walk around the neighborhood and I take the time to admire the Christmas
windows, do my shopping taking advantages of the sales, and take my kids to see
the wonderful Christmas shows that New York City offers. I really enjoy all these.
As
we are just midway of the school year, most activities are half way through. Vacation
time is still far away, so it’s not time for renovation yet. However, people do
make New Year’s resolutions. I like this tradition so I embraced it myself.
However, I still can’t find myself around this part of the year. It still feels
like the first year I came here, as if I were acting as an extra in a foreign film.
My
grandparents are not seated at the head of the table anymore; I don’t listen to
my cousins shouting and playing, or my ants chatting. I don’t have the
protective hug that my parents used to give me, and my sister doesn’t whisper
good wishes to my ear.
Today,
I make the toast with the people I love the most: my husband and my two kids,
my family. I still wish a Happy New Year over the phone or via Skype to those
in Argentina. I smile and I toast.
I
am happy with the choice of living here; however, I can’t deny I still miss my
beloved Argentines.
Will
I always dream of spending the holidays surrounded by the love of my extended family?
Will I ever be the protagonist of the celebration? Today I don’t have an answer.
I guess it is what most immigrants feel like.
So
for those who feel homesick, you should know you are not the only ones. I think
time will help us feel at home, and get used to celebrating like in our natives
countries.
Happy
Holidays and a Happy New Year to everybody.