El fin
de semana fui a ver el musical Evita a Broadway. Emocionadísima tomé el tren a
Manhattan y me llené de esa energía que sólo la ciudad de Nueva York emana.
Además iba a ver en vivo a uno de nuestros sex symbols, Ricky Martin. Aquí en
Estados Unidos todos lo asocian con su hit "Living La Vida Loca", pero ¿quién de
nosotros no se acuerda de Menudo o de sus bailes y demás canciones?
Los
musicales me divierten, me entretienen, me emocionan y me trasladan a un lugar
de fantasía. Los disfruto a lo grande. Pero este musical tuvo un condimento particular porque no fue un
show cualquiera, sino un musical sobre historia de mi Argentina. Fue
emocionante ver desplegada la bandera de mi país a lo grande en los escenarios
de Broadway y también ver actores americanos interpretando a mis compatriotas.
No sé que sintió el resto de los espectadores, ya que para ellos fue
simplemente la historia de una mujer que fue odiada y amada, criticada y adorada. Una mujer
que vivió hace muchos años en un país remoto. Para mí fue
especial, porque sentí como si me hubiesen traído un poquito de mi país. El
público vio una obra que carecía de una despliegue de escenografía, pero yo vi
el balcón de la Casa Rosada de mi Buenos Aires. No hubo vestuario fastuoso, y
la música no fue divertida, pero a
mí me gustó. Yo me sentí conectada al show como si estuviese en Argentina, a
pesar de que estaba en Times Square donde hoy ya no soy ni me siento una
turista.
La música
no llegó a emocionarme, y no porque el musical no lo amerite. Al contrario,
creo que las melodías de la obra son espectaculares, capaces de arrancar lágrimas
y conmover al más duro de los corazones. No tengo afinidad política con los
personajes, pero recuerdo en el pasado haber lagrimeado ante las actuaciones de
Nacha Guevara y hasta de la misma Madonna. En este caso, Elena Rogers es una espléndida
Evita, sin embargo su canto no me emocionó.
Ricky
Martin fue todo lo esperado, una frescura en el escenario. Se lo vio cómodo, contento
y conectado con el show. Además aportó un toque humorístico a la obra. Mis amigas y yo
felices de verlo en el escenario.
A la salida del show me preguntaba ¿Por qué habrán re lanzado el musical Evita? Sin una respuesta concreta pensé, a lo mejor porque los hispanos estamos haciendo más ruido en Estados Unidos. A lo mejor nuestra historia, nuestros artistas y nuestra cultura juegan hoy un papel más fuerte. O a lo mejor simplemente los productores creyeron que al público iba a interesarle esta propuesta. Lo cierto es que el teatro estaba lleno, que la gente aplaudió de pie y que yo pude sentirme un poco más cerca de casa.
¿Qué
tiene que ver este post con bilingüismo? Nada. Sólo quería compartir con
ustedes la emoción que sentí al ver un show de una partecita de la historia de
mi país, aquí en Nueva York.
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Our
Story at the Theaters: Evita on Broadway
Last weekend I went to see Evita on Broadway. I was so excited. I took the train to
Manhattan and immediately felt the energy dancing in my veins, the kind of
energy that only New York City can irradiate. Besides, I was going to see live
one of our Hispanic sex symbols, Ricky Martin. Here in the United States
everybody remembers him for his hit "Living La Vida Loca", but; who can forget
Menudo, or his other songs, or his dance moves?
Musical shows not only entertain me, but they also move me.
For some reason, they have the ability to transport me to a fantasy world. I
really enjoy this kind of shows, but this one had a particular flavor for me.
It was a show about my Argentina. It was thrilling to see the Argentinean flag
hanging in a Broadway stage. Also, how exciting to see American actors playing
as Argentineans. I don’t know what the rest of the audience felt about the
play. For them it may have just been the story of a woman who was loved and
hated, worshiped and criticized. A woman that lived years ago in a remote country. However, for me it was
special. I felt as if someone had brought a piece of my country to me. The rest
of the people saw a show that didn’t have a display of a sumptuous set design,
but I saw the balcony of the Pink House of My Buenos Aires.
Despite the lack of
magnificent costumes, or a cheerful music, I enjoyed the show. I felt connected
as if I were in Argentina, even though I was in Times Square, where I am no
longer a tourist.
The music didn’t move me. Not because the musical per se
didn’t deserve it. On the contrary, the melodies on the play are so spectacular
that they could pull out tears or touch the hardest of the hearts. I have no
political attachments to the characters however; I do remember tears running
through my cheeks when I saw Nacha Guevara performing the Argentine version of
Evita; and even at Madonna’s performance in the movie. In this case, although
Elena Rogers did a splendid job performing Evita, her singing didn’t move me.
Ricky Martin was everything I was expecting. He was cheerful
and it was clear that he was connected and enjoying his part on the show.
Besides, he added some touches of humor to the musical. My friends and I were
really happy to see him on stage.
When I left the show, I couldn’t stop wondering why they re
launched the musical?
I still don’t have an answer. Is it because of the growth of
the Hispanic population? Or may be
because our history, our artists and our culture is becoming more important
every day. Or may be simply because the producers thought there would be an
audience interested in the show.
The truth is that the theater was full of a happy crowd, that
people applauded the show, and that I was able to feel closer to home.
May be you are wondering what this post has to do with
billinguism? May be nothing. I just wanted to share with you the emotion I felt
watching a show about a part of the Argentinean history, here in New York City.
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