La otra noche tuve una cena
con amigas. Eramos unas quince mujeres de distintos orígenes hispanos. Hablábamos
de muchas cosas. En un momento mi mente se alejó de la conversación y empecé a
notar como oraciones en perfecto español, se entremezclaban con frases en inglés
sin que nadie reparara en las idas y venidas del idioma.
“La escuela me queda a walking
distance, o el foliage de este fall fue particularmente lindo”. Para nosotras
era fácil seguir el hilo de las conversaciones, pero estoy segura que si nos
hubiera oído alguien no bilingüe, a lo mejor no nos hubiese entendido. Parecía
no haber barreras, todo valía. Ahí es cuando me di cuenta y tome conciencia de
nuestra transformación.
¿Cómo puedo exigirle a mis
hijos un español intacto, si yo misma lo estoy perdiendo? ¿Cómo pedirles que me
cuenten lo que vivieron en inglés y me lo traduzcan al idioma que yo quiero
escuchar, si a veces ni yo misma hago ese esfuerzo? Entonces me pregunto, ¿tengo
un doble discurso?
Creo que no. Estoy
convencida de que mi actitud es una reacción normal a llevar varios años
viviendo fuera de mi país natal. Hoy mantengo una vida en ambos idiomas, tengo
amigas de diferentes nacionalidades, y es por eso que siento que tengo una
identidad transformada. Sigo añorando el dulce de leche, pero no dejo de
disfrutar el marshmallow. Hoy me siento como en mi casa en más de un país, y a
su vez no me siento 100% en casa ya en ningún lado. Extraño las fiestas
nacionales y los actos patrios, pero también tengo ganas de comer pavo en el
Día de Acción de Gracias.
No creo tener un doble
discurso, a lo mejor sí estoy siendo exigente con mis hijos. Tal vez, estoy
pidiendo demasiado. Sin embargo decido no ceder. Voy a hacer que mis hijos hablen,
lean y escriban español.
------
Setting
Up The Example
A few nights ago, I went out for dinner with friends.
It was a girls’ night out with about fifteen women from different Hispanic
countries. I was involved in the different conversations until I got distracted
by the fact that sentences in perfect Spanish were mixed with phrases in
English without anybody’s noticing the languages changes.
“La escuela me queda a walking distance”, o “el
foliage de este fall fue particularmente lindo.” It was easy for us to follow
the conversation, but I am sure that if someone, who is not bilingual had
listened to us, he wouldn’t have understood what we were talking about. There
were no barriers, everything was allowed. It wasn’t until that moment, that I
realized and became aware of our transformations.
How can I force my kids to have a perfect Spanish if
I am myself losing it? How can I ask them to tell me what they did during the
day in English, and then translate it into the language I want to hear it, if
sometimes I myself don’t make that effort? Then I wonder: Do I have a double
speech?
I think I don’t. I am convinced my attitude is a
natural reaction due to the amount of years I have been living far from my
native country. Today I am bilingual, I have friends from different
nationalities and that’s why I feel I have a transformed identity: I keep
dreaming of dulce de leche, but I enjoy marshmallows at the same time. Today I
feel at home in more than one country, while at the same time I don’t feel 100%
at home anywhere either. I miss national holidays and their celebrations, but also
I want to celebrate Thanksgiving Day.
I don’t think I have a double speech. May be I am
being a too demanding mother with my kids. And may be, I am asking for too
much. However, I choose not to give in. I will make my kids speak, read and
write in Spanish.
No comments:
Post a Comment